Pasado el primer mes de la primavera invernal, ya apetece poner el foco en el buen tiempo.

Si el puente de mayo no te encaja para una aventura corta en bici, el verano puede ser una época ideal para hacer el Camino de Santiago… siempre que elijas bien tu forma de moverte. La bicicleta se convierte en una aliada perfecta para combatir el calor: al avanzar más rápido, reduces el tiempo de exposición al sol, aprovechas las primeras horas del día y puedes realizar la parada del medio día más larga, evitando así las horas más intensas. Además, el viento generado al pedalear ayuda a mantenerte fresco, algo que los peregrinos a pie no disfrutan de la misma manera.

Otro punto fuerte es la posibilidad de alejarte fácilmente de las aglomeraciones. En verano, los albergues se llenan rápido, pero en bici puedes avanzar algunos kilómetros más y dormir en lugares menos saturados.

Entre todas las opciones, el Camino del Norte es especialmente recomendable en esta época. Su recorrido por la costa cantábrica ofrece temperaturas suaves, paisajes espectaculares y menos masificación que otras rutas más populares. Una forma más fresca y flexible de vivir el Camino.. En definitiva, hacer el Camino en bici en verano no solo es más llevadero, sino también más eficiente y libre.